noviembre 24, 2023
Pereira, noviembre 24 de 2023.- En las vibrantes aguas de las piscinas de la villa olímpica, un trío de héroes emerge, llevando consigo los colores y el orgullo del departamento del Quindío.
Samuel Yepes Londoño, con sus 18 años, se sumerge en sus primeros Juegos Deportivos Nacionales, mientras que, a su lado, el experimentado Leonardo Bohórquez Martínez, nadador con 42 años de sabiduría acuática, ha hecho de este deporte su vida.
Samuel afronta el evento multideportivo más importante del país con la mezcla emocionante de entusiasmo e incertidumbre. Cada brazada es un eco de sus sueños y cada respiración, un susurro de determinación que llevan ocho años latiendo.
Decidió migrar hace tres meses a los Estados Unidos. Allí estudia Ciencias de la Computación en la Saint Thomas University y entrena fuertemente para ser un referente nacional. Tiene un objetivo claro en estas justas y es bajar sus marcas personales.
“Este deporte es muy lindo. Si uno es consistente y responsable da sus frutos. Uno no se debe estresar, hay que disfrutarse el proceso y todo saldrá de la mejor manera”, dice este joven cuyabro.
A su lado, el veterano Leonardo, con el agua de la experiencia rompiendo a su alrededor, muestra la fortaleza que solo los años dedicados al deporte pueden forjar.
Toda su vida ha estado sumergida en el agua, cuenta con un sinfín de campeonatos, reconocimientos y duras pruebas de vida, pues todo no ha sido color de rosa. Leonardo superó un cáncer de estómago que por poco lo deja fuera del deporte.
“Estar en Juegos Nacionales nuevamente ha sido una experiencia muy bonita. Es el intercambio con las nuevas generaciones, ha sido muy hermoso compartir con los jóvenes, hablar y transmitirle mi conocimiento y experiencia. Este camino ha sido largo y difícil, pero no deja de ser lo mejor de mi existencia”, dice Leo, como le llaman cariñosamente.
En el rincón de la piscina, como un faro guía, se encuentra David Alejandro Vélez, el entrenador de la selección Quindío. Con 31 años de edad y una mirada que refleja el peso de la responsabilidad, David dirige con precisión, siendo el arquitecto detrás del rendimiento de sus atletas.
Sus palabras resuenan en el agua, lanza instrucciones y se mezclan con el sonido de la respiración agitada de los nadadores.
“Es un cúmulo de sensaciones bastantes grandes. Alegría, tristeza, estrés, frustración, orgullo, impotencia, pero esto es lo que más me gusta de ser entrenador. Yo amo lo que hago, amo mi trabajo. El Quindío está para grandes cosas, pero hay que trabajar”, dice David con firmeza en su hablar.
Pero entre las órdenes y las ejecuciones, hay un palpitar compartido. La adrenalina fluye como un río frenético en las venas de Samuel y Leonardo. El respeto es mutuo. Las pulsaciones se sincronizan, creando una sinfonía única de juventud y sabiduría.
La mirada de Samuel refleja la promesa de un futuro aún por descubrir, mientras que Leonardo lleva consigo la calma serena de quien ha enfrentado muchas batallas acuáticas. La tensión en el aire es palpable, el nerviosismo se entrelaza con la emoción de David, creando una mezcla intensa que solo el deporte puede ofrecer.
Los Juegos Deportivos Nacionales son el escenario en el que estos tres protagonistas escriben sus historias, tejiendo sus sueños en cada brazada, llevando consigo el espíritu indomable del café y las montañas del departamento del Quindío.
